El chavismo
popular está en la calle desde antes del amanecer, organizado y activo.
Volvemos a votar y volveremos a celebrar un nuevo triunfo revolucionario. Y
mucho cuidado con chocar el carro. Somos puro corazón, sí, pero un corazón
alerta y pensante. Bien parados frente a los riesgos que nos acechan y
totalmente claros respecto a lo que defendemos con nuestro voto hoy.
La intensa
emocionalidad que signó esta breve campaña chavista –con el fervor hacia
nuestro fallecido líder supremo como eje- ha sido señalada como punto débil por
la Derecha nacional e internacional.
Lo mismo pasa con
las “competencias” de Nicolás Maduro para asumir la Presidencia: su humilde
origen obrero, su falta de currículo… debilidades que no son diferentes a las
de muchas perso9nas de nuestro pueblo, si es que pueden ser vista así.
Visto así, hoy el
chavismo sólo se sostendría en la superioridad númerica de la marea roja. Y esa
innegable mayoría revolucionaria –siempre según el análisis de nuestros
adversarios- habría menguado velozmente, pues no hay trípode que resista en una
sola pata. Con tal “razonamiento” como punto del partida, vuelven a
prometer a sus electores el espejismo de
una victoria que hasta sus socios en el extranjero saben menos que improbable.
Y, bueno. Sí.
Algo de lo que dicen es cierto, aunque la conclusión es falaz.
Amamos a Chávez.
Así como lo ven: con llanto, con fiesta y con el verbo conjugado en tiempo
presente. Lo amamos hoy, siempre.
Estamos con
Nicolás. Su pasado como chofer, sus avatares como rockero de barrio y como
escolta, lejos de descalificarlo lo enaltecen. Es de los nuestros y tiene
carretera. Tiene rufa. Tiene con qué.
También es
cierto: somos muchos. No es joda lo de la marea. En los votos y en la calle,
somos más.
Somos gente de
corazón, sí. Pero no pendejos que aman ciegamente ni borregos enchufados,
clientelares, sumisos. Esta marea se mueve con el impulso del corazón y con la
fuerza de sus argumentos.
Aquí va el
primero: “Radicalización de la democracia participativa y protagónica”. Quien
crea que es pura letra es porque desconocen cuánto ha crecido el movimiento
popular, nutrido por las luchas de nuestros mayores y multiplicado en la savia
diversa y colorida de mucho joven comprometido a fondo.
Al votar por
Nicolás reafirmamos nuestra voluntad de ser gobierno y no gobernados, en
sentido estricto: Votamos por la posibilidad de discutir y aportar
colectivamente al Plan de la Patria, tal como lo el mismo documento propone.
¿Un mecanismo así sería posible fuera de la Revolución?
La pregunta no es
retórica.
También apostamos
a sustituir las viejas formas de burocracia por un modelo de Estado en
sincronía con los objetivos históricos. Nada sencillo, lo sabemos. Pelaremos
bola en el camino, con toda seguridad ¿Y acaso la posibilidad de error, su
carácter inédito, le resta justicia?
Votamos hoy por
la soberanía nacional, por la nación nuestramericana, por “una nueva
geopolítica mundial”, por la patria que se extiende más allá de cualquier
geografía y que nos hermana con pueblos que hablan otros idiomas y que creen en
la misma sociedad que nosotros. Frente a este punto, tampoco permitiremos
retrocesos.
Votamos
convencidas/os y contentas/os, por la continuidad de esta construcción nuestra
que es el Socialismo del siglo XXI.
Votamos de corazón y con
los ojos bien abiertos.
¡Por Chávez, por Nicolás,
por la Revolución!
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