Los
acontecimientos de los últimos días en Venezuela constituyen un momento
decisivo en la lucha de clases en la región latinoamericana. La
negativa de la oposición derechista de aceptar su derrota electoral –a
diferencia de gobiernos regionales de derecha como el de Colombia o el
de Chile que ya reconocieron al gobierno- dio el
puntapié inicial para la violencia golpista, con el asesinato de
militantes chavistas y miembros de sus familias en distintas partes del
país. Además, se ha quemado buses, sedes del Partido Socialista Unido de
Venezuela, Centros de Salud y se atacó sedes de los canales de
televisión Telesur y Venezolana de Televisión.
Esta
situación nos obliga a la acción y reflexión profunda, que como
izquierda libertaria y revolucionaria se debe condecir con el desarrollo
político e histórico de nuestro pueblo en su lucha constante por su
liberación. La clase dominante, comprendiendo que las formas
democráticas ya no le son útiles para la defensa de sus intereses,
pretende frenar el proceso venezolano que durante 14 años ha
desarrollado el pueblo de nuestro país hermano, y que sin duda le ha
devuelto la dignidad y ha desarrollado en él un enorme potencial
revolucionario.
En
nuestro país, y en todo el continente, los mismos que no han tenido
asco en el pasado en echar por tierra la democracia liberal para hacer
valer su poder, cierran filas con el “Caprilismo” intentando
legitimarlo, dándoles su apoyo para derrocar al gobierno bolivariano y
desatar el terror y la represión. Todo esto con el apoyo del gobierno de
Estados Unidos, la Unión Europea y la Organización de Estados
Americanos, que guardan silencio ante la violencia y presionan para un
reconteo de votos que la oposición ni siquiera ha solicitado
oficialmente al Consejo Nacional Electoral.
Pero
esta situación es también un llamado de atención para el campo popular,
ya que en las estadísticas no fue poca la gente que sólo algunos meses
después del último triunfo electoral, se decantó por la oposición esta
vez. Ya surgen voces dentro de las filas bolivarianas que llaman a
profundizar el proceso, a darle más protagonismo a las masas organizadas
y a combatir la incipiente burocracia que surge en algunos sectores del
aparato estatal. Es la autocrítica la que le devolverá la vitalidad y
el empuje a las filas revolucionarias, y permitirá ganar a los sectores
del pueblo necesarios para construir una mayoría hegemónica que no se
exprese sólo votando, si no que en la construcción cotidiana del poder
popular y el socialismo, en momentos en los que el imperialismo y la
reacción buscan sacar cuentas alegres luego de la muerte de Chávez y el
retroceso electoral.
Para
nosotros es indispensable defender el proceso político del pueblo
venezolano frente a la amenaza de la reacción imperialista, pero este
apoyo será levantando en alto las banderas propias de nuestra tradición
política y que le dan la potencia de convertirse en una alternativa
revolucionaria, sobrepasando el dogmatismo y analizando cada proceso
desde una perspectiva crítica.
Hoy
más que nunca nuestra solidaridad y apoyo recae en la confianza en que
el pueblo venezolano es capaz de defender su proceso tal como lo ha
hecho desde que repletó las calles de la capital en 1989 en el caracazo,
tal como en abril del 2002 enfrentó el primer intento de golpe de
Estado en contra del proceso. Tengan por seguro que la juventud
latinoamericana estará junto a la lucha del pueblo venezolano, porque no
aceptaremos que se repita lo sucedido en Honduras y Paraguay, porque no
aceptaremos nunca más que la muerte sea la herramienta de los poderosos
para detener los cambios que los pobres necesitamos.
¡Viva el pueblo venezolano y su revolución!
¡Por el comunismo y la Libertad!
¡Arriba los y las que luchan!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario